Escribo desde el mundo de tus vagas ideas,
desde el centro de tus palmas
hasta las puntas de tus largos dedos,
hasta el arrojo de tu tibia alma,
hasta el destierro de tus prados secos;
escribo hasta las nubes de polvo, amor,
en que nos revolcamos tarde a tarde,
ensueños y carmines de rotas esperas
y escribo, escribo en el silente latido,
en el quieto desdén
de tus palabras,
en el inconsciente amor con que me amas,
escribo en tu acervo que desarmas…
Y vivo al fin, amor, escribiendo día a día
por ti, hasta ti, desde ti, sobre tu espalda,
en ti, que dormido o despierto siempre callas.
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