Te guardé un beso que jamás te di,
también te hice poemas que nunca escuchaste,
te escribí una carta (todavía soy de esas)
que aún no has leído y,
cuando me pediste que te regalara un libro,
elegí el que más me gustaba y no lo aceptaste.
No sé lo que quieres de mí,
por qué me persigues en los sueños,
por qué apareces en mis ideas y en mis desvelos;
no sé por qué sigues mis pasos,
por qué, cuando voy a la iglesia,
apareces en mis rezos.
Tal vez no dejo que te marches,
pero tenemos tanto en común
que parecemos gemelos, en el alma,
en los gustos, en la lejanía y sueños…
tal vez no te marchas porque sabes
que te quiero.
Alguien me dijo una vez
que te escuchara y,
en verdad, ya no quiero; me dijeron
que te amara sin preguntas y sin ruegos,
me dijeron que dejara todo atrás
para empezar de nuevo.
Te seguí en la distancia
y hoy solo tengo un pensamiento:
alejarme para siempre,
y como siempre, lo intento,
pero no puedo perderte
aunque sea en el recuerdo.
martes, 28 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Agradezco tu comentario.