Amé de ti todo: tus disfrutes,
tus creencias, tus deberes,
tus distancias y placeres,
tus enredos y tus dudas,
tus encuentros y abandonos,
tus encantos y tus triunfos.
Amé de ti, lo que nunca amé en mí,
lo que encontraba y no creí;
amé tu vida, tu voz y tus palabras,
amé tu canto, tu risa y tu mirada,
todo lo que amaba en este mundo
era tuyo y no creías que te amaba.
Amé más que tus verdades ocultas,
quise amar al ser que amabas,
quise amar a los tuyos sin hacerlos míos,
sólo a través de ti, amando sin sentido;
amé todo lo que tocabas, amé a tus amigos,
tus hermanos y a tus hijos.
Amé de ti la tierra que pisabas,
tus deslices y todo aquello que probabas,
amé sin amar nada más, sin amarme,
sólo amándote a ti, amando tu sombra,
tus ensueños, tus enojos y tus brotes,
amando en tus manos los pesares.
Amé hasta el rechazo en ti,
amé todo y ahora me enseñaste
a amar algo de mí: las heridas que dejaste
las amo por ser mías, porque tú las hiciste,
porque gracias a ti, al fin soy libre
de amarte por siempre en mí misma.
martes, 1 de septiembre de 2009
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